Cupido era hijo de Venus y de Marte. Lógico que del amor y de la guerra naciera ese niño travieso que nos dispara flechas y, cuando acierta, provoca que nos enamoremos perdidamente. A Cupido lo vemos por todas partes en San Valentín, una de las numerosas fiestas comerciales que salpican nuestro calendario. Muy pronto celebraremos, o no, el día de San Valentín, de cuyo origen se podría hablar en otro momento. En esta ocasión os quería recordar que para esa fiesta no es necesario gastar dinero en un regalo, basta con escribir una nota, tarjeta o, ya puestos, una carta de amor, dirigida a la persona por la que suspiramos, esa que da sentido a nuestra vida, por la que bebemos los vientos, que quita el sentío, que…, bueno, ya me entendéis. Hay quienes pensarán que una carta de amor es algo pasado de moda, tan anticuado que ni sus abuelos las escribían. Más les valdría indagar un poco en el baúl de los recuerdos familiar. Seguramente no imaginamos a personas serias, de fuert...
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