CONOCE A CONCHA ESPINA: LA PRIMERA MUJER ESPAÑOLA CANDIDATA AL PREMIO NOBEL DE LITERATURA


   Concepción Espina y Tagle, Concha Espina, nació en Santander en 1869 y murió en Madrid en 1955. Esta escritora fue educada en el seno de una familia conservadora, acomodada y católica. De su temprana afición a la poesía da muestra la publicación, en 1888, de un poema titulado "Azul", en El Atlántico. Testimonio de esa vocación inicial son también sus tres poemarios: Mil flores (1904), Entre la noche y el mar (1933) y La segunda mies (1943). 

   En 1891 fallece su madre, que había contribuido al despertar de su sensibilidad y vocación literarias. En 1893 se casa con Ramón de la Serna y Cueto, de acaudalada familia con negocios en Chile. El matrimonio se traslada allí, donde su situación económica se agrava y, tras el nacimiento de sus dos primeros hijos, Ramón y Víctor, Concha Espina pide una oportunidad como escritora a un sacerdote de su parroquia de Valparaíso, que le anima a publicar sus primeros escritos en El Porteño. Comienzan sus colaboraciones habituales en El Correo de Buenos Aires.

   De regreso a España se instalan en Mazcuerras, (Cantabria) donde nacen sus hijos, José, que murió a la edad de cinco años, y Josefina. Desde 1907 residen en Cabezón de la Sal, donde nace Luis, el menor de sus hijos. 

   En 1907, Concha Espina gana un concurso literario organizado por la revista santanderina La Semana, con un cuento titulado El Rabión. El jurado que emite el fallo está presidido por Marcelino Menéndez Pelayo. 

   Comienza a escribir su primera novela, La niña de Luzmela, y se agrava la ya delicada situación de su matrimonio, debido a los celos profesionales del esposo hacia el incipiente éxito de la escritora. Se separan definitivamente y ella le procura un empleo en México con el apoyo de sus amistades y de varios miembros de su familia política, conscientes de la situación. 

  Se traslada a Madrid con el difícil propósito de publicar su primera novela,  con el apoyo de los hermanos Menéndez Pelayo y del poeta José del Río Sainz, y con graves dificultadas económicas, subsanadas sólo en parte con la venta de una sortija de esmeralda de herencia familiar. La acompañan sus cuatro hijos, a quienes en el futuro proporcionará estudios universitarios y largas estancias en el extranjero, y su asistente, Julia de los Ríos, que fue su confidente, secretaria y ama de llaves.        Comienzan sus colaboraciones en el diario ABC, en la revista Lecturas, en diarios santanderinos y en publicaciones especializadas. 

   En 1909, con la publicación de su primera novela, La niña de Luzmela, se abre el camino del éxito, con una prosa de gran corrección idiomática y plena de riqueza léxica y de matices poéticos. 
   Según la crítica estadounidense Mary Lee Bretz, Concha Espina es la primera mujer española que vivió con indepencia económica gracias a su trabajo como escritora.

   A caballo entre el romanticismo, el costumbrismo, el realismo y el regionalismo, o incluida por alguna de sus obras en el modernismo, su estilo es ecléctico y no siempre inalterable, dado lo dilatado de su carrera, lo prolífico de su obra y su situación personal, que le impulsaba a escribir no sólo por afición creativa, sino por necesidad de subsistencia. 

   Desde el punto de vista cronológico, se sitúa en la Edad de Plata de la literatura española, junto a los escritores de la Generación del 98. Su estilo es, a grandes rasgos, el de una escritora que quiso ser poeta y que se dedicó a la prosa aconsejada por Marcelino Menéndez Pelayo, quien la definió como una "escultora de almas". Son características sus descripciones de paisajes de mar y montaña, identificadas en ocasiones con los estados de ánimo de sus personajes. 

   En 1910 publica Despertar para morir y en 1912, Agua de nieve. En 1914, La esfinge maragata, objeto de la concesión del Premio Fastenrath de la Real Academia Española. En esa época es ya conocida en Madrid su tertulia semanal, "los miércoles de Concha Espina", en la que participan, entre otros intelectuales, Antonio Maura, Ortega y Gasset, Ricardo León, Antonio Machado, Gerardo Diego, Federico García Lorca, Pilar Valderrama y Félix García, un sacerdote escritor y crítico de su obra. 

   En 1916 escribe la novela La rosa de los vientos y el ensayo Mujeres del Quijote. Entre 1916 y 1920 publica narraciones cortas, caracterizadas por la agilidad con la que presenta a sus personajes, la candidez de las situaciones, el lenguaje pleno de lirismo, la fina observación del detalle y el alarde imaginativo de las descripciones. Destacan las incluidas en Ruecas de marfil (1917), entre las que puede señalarse El Jayón

   En 1920, con la publicación de El metal de los muertos, de marcado corte social, se produce el segundo gran éxito novelístico de Concha Espina, y su obra se reconoce internacionalmente, siendo traducida en diez idiomas. Otras obras importantes son Dulce Nombre (1921), novela con protagonista femenina; El cáliz rojo (1923) y  Tierras del Aquilón (1924)

   En 1926 escribe Altar Mayor, objeto de la concesión del Premio Nacional de Literatura. En 1927, Alfonso XIII le concede la Banda de Damas Nobles de la Reina María Luisa, entregada por primera vez por méritos literarios, y el cambio de nombre para su localidad materna, Mazcuerras, que en adelante se llamará Luzmela, en homenaje a la novela con la que se dio a conocer. Le ofrece además un título nobiliario, el de marquesa de Luzmela, que ella no acepta.

   En 1928 se propone su candidatura a la Real Academia Española. Viaja a Estados Unidos, invitada por el Middelbury College, y también a Cuba, Santo Domingo y Puerto Rico, en una representación cultural a petición de Alfonso XIII. Allí elogia la cultura, las tradiciones, la religiosidad y la idiosincrasia española, mientras comenta sus novelas en varias conferencias. En Nueva York le es concedida la Medalla de Arte y Literatura de la Hispanic Society, institución de la que será vicepresidenta en 1943. 

   A su regreso a España, el profesor Wuulf, académico sueco, presenta su candidatura al Premio Nobel de Literatura, que no prosperó a falta de un solo voto-la Real Academia Española no la apoyó-, a pesar de que, según el presidente del comité del Nobel, lo merecería por una sola de sus Pastorelas, la titulada En propia mano. También al regreso de este periplo, Alfonso XIII le concede el Gran Cordón de Isabel la Católica. 

   En 1929 escribe La virgen prudente, que versa sobre las dificultades de una mujer para brillar intelectualmente en un mundo eminentemente masculino, y publica Siete rayos de sol, recopilación de cuentos del folclore castellano y mexicano. 

   La flor de ayer (1934), cierra un largo y fructífero período en la vida y en la producción literaria de Concha Espina, que comienza a perder paulatinamente la visión, dramática circunstancia que ralentiza su ritmo de trabajo pero apenas altera su capacidad creativa. 

   Durante la Guerra Civil y en compañía de varios familiares femeninos, entre los que se incluyen dos de sus nietas, relata su temor, y su preocupación por el presente y el futuro en una serie de relatos titulada Luna roja; una novela ambientada en Santander, Retaguardia y el diario Esclavitud y libertad. Diario de una prisionera. 

   Tras la guerra, escasean los ejemplos de literatura comprometida con las injusticias sociales y el empeño en mejorar la situación individual y social de la mujer, hasta entonces siempre presente en la mayoría de sus obras. 

   En 1945 es propuesta, de nuevo sin éxito, como candidata al Premio Nobel de Literatura. En 1947, su amigo José María de Cossío, recién ingresado en la Real Academia Española, propone que la escritora ocupe otro sillón vacante en dicha institución, intento de nuevo infructuoso. En 1950, José María Girón le impone la Medalla de Oro del Mérito al Trabajo, de la que la escritora afirmó sentirse orgullosa, porque creía que "de verdad la merecía". Su trabajo incansable, unido a su vocación literaria y al éxito de sus creaciones, es un componente básico en su dilatadísima carrera literaria. 

   Participó en casi todos los géneros literarios y colaboró en prensa, radio y diversos acontecimientos sociales. Muchas de sus obras fueron adaptadas al cine. Pionera en el modo de afrontar la problemática femenina desde la literatura-reivindicando el progreso que consideraba imprescindible desde historias individuales-, en su lucha por la problemática social de los mineros en España, en sus innumerables viajes y experiencias derivadas de estos, su ex libris y mote de su escudo: "Velar se debe a la vida de tal suerte que viva quede en la muerte", cierra el prólogo a sus Obras completas, cuya tercera edición tuvo lugar en 1970.

Fuente: https://dbe.rah.es/biografias/8945/concepcion-espina-y-tagle

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