EL DÍA DE TODOS LOS SANTOS Y EL DÍA DE LAS ÁNIMAS
Si os habéis preguntado por qué celebramos Todos los Santos el 1 de noviembre y el día de Difuntos o de las Ánimas el 2 de noviembre y qué diferencias hay entre los dos días leed esta entrada.
La celebración
de una fiesta dedicada a los difuntos persigue, en la mayoría de culturas, el
objetivo de apaciguar a los muertos más recientes que vagan aún por la tierra
sin encontrar el lugar de reposo.
Dice la
tradición romana que las Lemurias
fueron unas celebraciones religiosas instituidas por Rómulo para dar paz al
espíritu de Remo que, airado contra su hermano y asesino, no le dejaba vivir en
paz. Lo que le reclamaba el hermano muerto era que le rindiese culto: con eso
se apaciguaba. De lo que se trataba por tanto era de rendir culto a los
difuntos más recientes que aún no habían sido elevados a la categoría de manes (espíritus de sus antepasados, que
son considerados sus protectores y los de su hogar), sino que vagaban entre los mortales en calidad de lémures (espíritus que aún no habían
alcanzado el honor de los altares familiares, fantasmas). Los espíritus de los
muertos de mala índole que se habían dedicado a hacer el mal en vida y seguían
su mala inclinación después de muertos, recibían el nombre de larvas. Los manes más antiguos eran ya
auténticos dioses domésticos: se les conocía con el nombre de lares. De ellos deriva el nombre de
“llares”, llamados también “ollares”, que son las cadenas del hogar de las que
cuelgan las ollas. Con la palabra “lar” y “llar” se designó también el fuego
doméstico; este significado se transfirió luego a la palabra “hogar” (derivada
de focus =fuego). Queda claro que de los lares
dependían la olla y el fuego. Por eso recibían un culto tan intenso y continuo.
La razón de ser de la fiesta cristiana de los difuntos es precisamente el culto en sufragio por las penas que aún tienen pendientes de pagar por el mal que voluntaria o involuntariamente hicieron en vida. Precisamente las indulgencias aplicables a los difuntos apuntan a ese objetivo. El fondo doctrinal es siempre el mismo: los vivos estamos en deuda con los difuntos; y si no cumplimos con las obligaciones que dimanan de esa relación deudor-acreedor, no nos dejarán en paz porque ellos tampoco podrán descansar en paz.
A medida que
las fiestas paganas fueron disminuyendo y aumentando los festejos cristianos,
surgió el día de Todos los Santos. Su origen más remoto se encuentra en
Antioquía (Turquía), en el domingo antes de las fiestas de Pentecostés, cuando
la Iglesia decretó un día en común para honrar a todos los mártires.
Frecuentemente, los mártires morían en grupo, lo que llevó a nombrar un día
como celebración común, sobre todo tras la llamada Gran Persecución, la última
y quizá la más sangrienta persecución a los cristianos por el Imperio romano.
Posteriormente, el Papa Gregorio III pasó la fiesta al día 1 de noviembre como respuesta a la celebración pagana del Año Nuevo Celta para que los nuevos creyentes fueran abandonando sus antiguas creencias.
Después de celebrar el día de Todos los Santos el 1 de noviembre, toca celebrar el de los Fieles Difuntos. Cada 2 de noviembre se conmemora a los familiares, amigos y conocidos fallecidos que se hayan comprometido con la fe religiosa para lograr que sus almas alcancen la felicidad eterna y purifiquen todos sus pecados, sobre todo los que se encuentran aún en el Purgatorio. Para ello están las almas terrenales, las que aún en vida pueden ayudar a sus difuntos mediante rezos y oraciones (llamadas sufragios) que subsanen los errores del pasado de aquellos que se han ido.
Son tradiciones que se celebran en otros países de Europa. En España, los parientes van a velar a sus difuntos acudiendo al cementerio, donde se suelen reunir amigos y familiares para limpiar sus tumbas y llevar flores. En Francia, esta festividad es conocida como Fête des morts y, en ella, los vivos decoran los sepulcros de la persona a quien velan. En otros lugares como Italia, Polonia o parte de Alemania, lo habitual es encender velas.
Durante las
fechas próximas al Día de Todos los Santos es habitual encontrar en las
pastelerías los dulces conocidos como huesos de santo y buñuelos. También empezamos a ver castañas asadas.
En España y México es también común que los teatros de las ciudades ofrezcan la representación de la obra Don Juan Tenorio, del poeta vallisoletano José Zorrilla. Esto es porque una de sus escenas más famosas se desarrolla en un cementerio donde se aparecen los muertos.
http://www.elalmanaque.com/fiestas/temas/3.htm y www.calendarr.com/espana/dia-de-todos-los-santos/ (Adaptaciones)
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